Nace el olvido,
la esperanza marchita
a partir de hoy.
He recorrido palmo a palmo rutas
soleadas
penumbrosas.
Como dagas
que atraviesan corazones
el tiempo no cura nada
la herida no cicatriza
la punta del iceberg se aleja más.
Un hombre alzó el vuelo
y nadie me salvará.
La punta del iceberg se aleja más.
Mi casa ya no es verde.
La isla en fase terminal agoniza
entre escombros
oscuridad
hambre.
Tristeza en cada rostro curtido por el sol.
Los ojos de mi abuela
apagados
no me reconocen
por mucho que le hable
por mucho que la abrace,
ya ella se fue.
Acomodo en la maleta
mi sangrada libertad
y huyo nuevamente
con la isla a cuestas,
pero más triste que nunca.
No voy a encender inciensos
ni velas
porque siempre fuiste luz
recorriendo ciudades
países
continentes
escribiendo tus crónicas de viajes.
El dolor se ha transformado
en impotencia
rabia ...
y más atea que nunca
intento sobrellevar la carga
de la incertidumbre.
No voy a encender inciensos;
en las soledades de Alaska
o quizás en otro cielo,
allá nos encontraremos.
El océano
cual gota oscura
me impulsa a lidiar con aviones
azafatas
aeropuertos
donde siempre me pierdo,
estrés multiplicado
idiomas que no entiendo.
No hay sacrificio sin premio:
tu destino es mi nombre,
brillo en tus ojos cuando me piensas
mientras envejezco
/sin que se agote
la juventud con que te deseo.
Estoy contigo en un mundo mágico
de sol y flores
bienvenidas
despedidas
mar inconmensurable
repleto
de peces que devuelves
bajo la luna llena.
Junto a ti
cada minuto es una fiesta
no hay límites
puedo enfrentar
el temor más grande
ser atrevida
mejor persona.
Hago lo impensable
con cada centímetro de tu cuerpo
al compás de mil canciones
que estallan como orgasmos.
La felicidad tiene tu rostro
y la distancia será un gran reto.