(A Pablo, a Fabián).
Toda la fragilidad del mundo
de mí se apodera
cada vez que un amigo parte.
Desaparecen los colores
errores
rencores.
Hurgo en la memoria
sobreviviendo abrazos
sinfín de voces
sueños truncados.
Dejo de florecer por unos días
y es que con cada ausencia
envejecemos mil años más.
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