Comenzaban los años 90 y "a verse" los primeros casos de VIH en La Habana. Muchos hasta evitaban (si podían) darles la mano, besar, abrazar a un "sidoso".
Una noche alguien le dijo que él se había contagiado hacía más de un año y que vivía en un sanatorio con otros enfermos, pero saber la verdad no fue obstáculo para ella. No le importó en lo más mínimo su cruz, ni el riesgo que podía correr si no se cuidaba.
Fue entonces cuando comenzaron una relación que muchos observaban perplejos.
Con los años y mucha información, toda esa gente se dio cuenta que el VIH era un virus más y sólo había que protegerse.
Quienes no se atrevieron a amar por prejuicios, o por miedo, esos sí estaban muertos y no lo sabían.
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