Otra mañana
desde mi angosta ventana
contemplo sucios tejados
chimeneas
inmersas en la niebla,
gaviotas
aburridas de tanta lluvia.
Mis ojos se empañan
y empeñan
en ver más allá.
Demasiado tiempo por estos lares
no luminosos.
Nunca eché raíces
nada hay que me ate.
Es la hora del cambio.
La vida: un riesgo continuo.
De valientes es lanzarse al vacío
sin mirar atrás.